lunes, 3 de noviembre de 2008

¿Los tiempos más dificiles son los más felices?

Bueno, comenzando con que ya hace un tiempo que no posteaba nada, he tenido algún tiempo para pensar en esas cosas tan innecesarias en las que suelo pensar.

Con todo lo que sucede a mí alrededor últimamente, además de mi ritmo de vida, me he dado cuenta la facilidad con la que he perdido el gusto y la fascinación por las cosas más simples de la vida.
Para ilustrarlo de una forma más precisa citaré un ejemplo.
¿No les pasaba cuando eran chicos que talvez un simple chicle resultaba ser un objeto de su obsesión, algo que deseaban pero que no podían tener tan al alcance? Talvez no tenían aún dinero, o sus padres les habían prohibido, o restringido, el consumo de esta golosina.
Sea cual sea el caso es que ahora, ya teniendo dinero, acceso y libertad para adquirirlo pasa a ser una más de esas cosas que ya no les llama la atención.

Algo así es lo que siento ahora, cada cosa que disfrutaba, que saboreaba y que hacía la vida tan dulce y codiciada, la he ido desvalorando al tenerla al alcance.

Describiría mi infancia, por factores de diversos tipos desde ubicación hasta la forma en que mis padres me criaron, como una infancia llena de restricciones
(aunque supongo que aunque de distintos tipos, todos sufrimos restricciones en nuestra infancia). Sin embargo, lo interesante es que no la describiría como una infancia infeliz a pesar de todas estas restricciones. Más bien lo que me gusta recordar con nostalgia era lo sencillo que era ser feliz en esos días, con las cosas más simples del mundo.

Yo viví en el campamento minero de Cuajone y eso planteaba ya ciertas limitaciones como acceso a servicios, productos y experiencias de otros sitios mas abiertos.
Aquí intentare listar varias de estas cosas ya hayan sido limitadas por el entorno o mi simple crianza.

Las gaseosas eran algo muy raro, como para disfrutar lo posible en reuniones o cuando decidiera gastar mi poco dinero en ellas; ahora con este nuevo mal hábito de tomarlas cada vez mas seguido han perdido su encanto.
La mayonesa era un condimento realmente raro en mi casa en esos años pasados. No había muchas marcas de mayonesas envasadas así que se hacía en casa pero muy rara vez. Ahora esta ahí en el refrigerador, pero no recuerdo la última vez que la puse a alguna comida mía.
Las galletas y otros bocadillos los guardaban mis padres en su closet, el cual quedaba cerrado con candado cuando no estaban, así que también era poco frecuente pedirles. De igual forma ahora simplemente están en un mueble del comedor pero ni se me ocurre olerlas.
El cable llegó a Cuajone cerca del 97. Hasta entonces sólo tenía acceso a como 2 canales regularmente, Panamericana y América. En los períodos en que captaba Frecuencia Latina había que aprovechar para ver Los Simpsons y cada programa con el mayor deleite. Ahora la TV es solo hacer zapping para encontrar algo interesante por un momento antes de dormirme por las noches.
Nunca tuve una PC en Cuajone. Mi primera PC la compramos para el departamento donde vivo ahora en el que vivía sólo mi hermano y nosotros en las vacaciones. En ese tiempo podía quedarme después del colegio por casi una hora solo jugando con el Paintbrush. Ahora a pesar de que compulsivamente subo a esta PC, a veces no estoy seguro de que hacer cuando ya la prendí.

Esas son algunas cosas que se me vienen a la mente en este momento pero les garantizo que la lista es muy amplia.

¿Crecer significa realmente perder la fascinación por la vida? ¿El saber más y poder llegar más lejos no debería aumentar esta fascinación en lugar de menguarla? ¿Vivir lleva inevitablemente a aburrirte de la vida y solo esperar a que acabe?
Quiero creer que no. Quiero fascinarme por todo de nuevo. Quiero que cada bocanada de aire tenga un sabor distinto y que sólo quedarme echado en el pasto mirando al cielo vuelva a ser un nirvana en esta tan desconcertante vida.

¿Tenerlo todo te haría feliz? Empiezo a creer que no, por simple vivencia personal.

Talvez el secreto de la felicidad no radica en tener todo lo que deseas, sino en no dejar de desear.
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Canción del día:   Polaris - Hey Sandy (del soundtrack de Pete                              & Pete, serie noventera de Nickelodeon)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

agradable de leer...

Anónimo dijo...

Algo diferente y bueno bocchio
Dean